La conservación de la
biodiversidad [1] ha sido en el último
tiempo un tema que está en boga internacional, sobre todo desde que se instauró
la necesidad de potenciarla en la Cumbre Mundial del Medio Ambiente realizado
en el año 1992 en la ciudad de Rio de Janeiro, Brasil. Dicho evento promovió
entre los países participantes, entre ellos el nuestro, impulsar el cuidado de
las especies y el uso responsable de los recursos biológicos para el desarrollo
sustentable de las naciones (Jorquera-Jaramillo, et al, 2012). Pero, ¿Qué
entendemos por conservación?
Cuando hablamos de conservación, nos referimos al cuidado de las especies en cualquier contexto y ambiente, es decir ya sea o no en su vida silvestre (en tierra o agua). Pero particularmente en Chile, dada nuestra geografía, surge la gran necesidad de explotar aquellos recursos relacionados con los ambientes marinos. Lamentablemente el hombre ha consumido la vida que lo rodea hasta a un punto limite, por lo que es necesario regularlo para que éste siga preservándose.
Conservación en Chile
Actualmente hay gran variedad
de normas legales y reglamentos sobre ésta temática, y en Chile la creación de
la CONAMA [2] en
el año 1994 permitió coordinar estos temas ambientales que regularían la
explotación de nuestros recursos. Sin embargo, son ampliamente reconocidos los
problemas de sobreexplotación marina que siguen enfrentando las pesquerías
artesanales en nuestro país (Godoy, 2003), y organismos como el Ministerio
del Medio Ambiente (creado en el 2008) y los servicios ya existentes, como por
ejemplo el SERNAPESCA, han sido insuficientes en su coordinación
(Jorquera-Jaramillo, et al, 2012), lo cual lleva al colapso de la vida
sustentable en las zonas de extracción y en general al funcionamiento de todo
un ecosistema marino.
Recordemos que en un
ecosistema, los organismos que lo componen están conectados entre si por la
forma de sobrevivencia que llevan. Es decir todas las especies que conforman un
ecosistema determinado, forman parte del llamado círculo de la vida,
si uno falta, la trama completa se ve afectada. Pero al parecer dicho
concepto no ha sido comprendido en su totalidad a lo largo de la historia de
nuestro país.
A partir del año 1977 el loco
(Concholepas concholepas) fue sobreexplotado debido a la debilidad del
sistema de fiscalización y al libre acceso de la pesquería, generando una
verdadera crónica de un colapso anunciado (Reyes, 1986). Dada la creciente
importancia de esta especie, un grupo de científicos liderados por los
doctores Juan Carlos Castilla y Patricio Sánchez, preocupados por la
situación extractiva en nuestro intermareal, cerraron de manera ilegal 1 Km de
costa en la localidad de las Cruces. Esto tenía por objeto evitar en su
totalidad, la intervención humana, lo que permitió que las investigaciones
científicas probaran el impacto que generaba la actividad del hombre sobre los
ecosistemas marinos. Fue así que se fundó en 1982 la Estación Costera de
Investigaciones Marinas (ECIM) lo que llevó a la creación de la
primera reserva marina en Chile (ecim UC, 1982).
A finales de abril de este
año, tuve el gran privilegio de visitar la reserva y de constatar en primera
persona del gran trabajo que se realiza en el ECIM. Respirar el aire de ese
entorno, no solamente me permitió olvidar la vida ajetreada de la capital, sino
que también imaginar lo que fue para un grupo de personas preocupadas por el
mar, hacer lo impensable (incluso en contra de la ley y en un escenario
político no muy tranquilo) por conservar la vida en ese pequeño pedacito de
costa. Es como respirar “orgullo” por la causa de quienes tuvieron el valor de
proteger lo que le pertenece a la naturaleza.
En el lugar me recibió Yolanda, una oceanógrafa española del centro, que
tiene a su cargo la labor de enseñar en temas de conservación a la gente
que se interesa por conocer más de la reserva marina. Guiándome en un recorrido
por el lugar, me cuenta que es difícil enseñarle a los niños la diferencia
entre el intermareal protegido del que no lo está, pero si se puede visualizar
el borde costero y comparar el roquerío de la reserva con el que está fuera del
alambrado que la limita. Las aves prefieren comer, descansar y anidar aquí. Es
cómo si supieran que nada les va a pasar.
Quiero terminar reflexionando sobre lo que dijo el Dr. Castilla en una
entrevista de La Tercera. En ella él comenta sobre la importancia de valorar
nuestro mar, sobre todo pensando en el gran territorio marino de 3.490.175 km2
versus sólo los 756.650 km2 de superficie terrestre
de nuestro país y afirma sobre la importancia de educar a las nuevas
generaciones, en la escuela, con el objetivo de fomentar el orgullo y respeto
por su mar (Castilla, 2012).
Sobre la autora
Mi nombre es María Paz
Beltrán, soy bióloga en bioprocesos de la Pontificia Universidad Católica de
Chile y actualmente estoy haciendo un Magister en comunicación social con
mención en comunicación y educación.
Mis motivaciones por ingresar
al mundo de la comunicación y educación están relacionadas con mi necesidad de
contribuir a la alfabetización de las ciencias biológicas (por mi formación de
perorado) para la construcción de un mundo más justo y libre en temáticas
científicas.
Artículos citados
Castilla, J. (28 de Mayo de 2012). Chile es Mar. La Tercera .
Ecim
UC. (1982). http://www.ecim.cl/history/esp/. Recuperado el 25 de Abril
de 2015, de www.ecim.cl: ecim.cl
Godoy,
N. (2003). Pesquería artesanal por buceo de peces de roca en el centro
norte de chile: diagnóstico del sistema social-ecológico y de los desafíos
para su sustentabilidad. Tesis, Pontificia Universidad Católica de Chile,
Facultad de Ciencias Biológicas, Santiago.
Jorquera-Jaramillo,
C., Vega, A., Aburto, J., Martínez-Tillería, K., León, M., Perez, M., y
otros. (2012). Conservación de la biodiversidad en Chile: Nuevos desafíos y
oportunidades en ecosistemas terrestres y marinos costeros. Revista
Chilena de Historia Natural (85), 267-280.
Reyes,
E. (1986). ¿Que pasó con el loco? Crónica de un colapso anunciado. Revista
Chile Pesquero (36).
No hay comentarios:
Publicar un comentario